jueves, 9 de diciembre de 2010

¿CÓMO CONTAMOS LAS COSAS?

Os quería contar dos historias muy raras que me han ocurrido viniendo en avión.

a) Cuando estaba subiendo al avión me he dado cuenta de que un joven alto con unas kilométricas piernas estaba sentado en mi asiento. Le he dicho que era mi sitio y él me ha mirado con cara de no entenderme. Ahí deducí que no hablaba mi idioma. Al enseñarle mi tarjeta de embarque, se ha dado cuenta del error y se ha cambiado de sitio. Seguramente se había sentado en el mío porque le permitía estar con las piernas más estiradas y poder estar más cómodo. Luego la azafata le ha acompañado a otro lugar más adecuado a la longitud de sus extremidades.

b) Al volver, me ha ocurrido un caso muy similar. Al llegar a mi asiento había un negro sentado en mi lugar. Al ver que me detenía delante de él, me ha mirado con gran indiferencia y yo le he dicho que estaba en mi sitio. El tío no me ha hecho ni caso. Me ha mirado con cara de "¿Pero qué me estás contando?" y ha vuelto la cabeza para otro lado sin inmutarse siquiera. He tenido que sacar los billetes para mostrarle que no estaba en el sitio correcto y el negro mirándome de reojo y haciéndose el remolón, se ha cambiado de asiento con gran dificultad.

Estaréis de acuerdo conmigo en que el usurpador de asientos del caso A era un chaval educado y que el del caso B era un gilipollas. Ahora viene la sorpresa. No ha habido caso A y B. Los dos casos son el mismo y los datos que recojo en ambos relatos son exactamente ciertos y fieles a la realidad. La diferencia está en cómo he contado la historia. La primera sería una forma más edulcorada mientras que la segunda ya empieza creándonos prejuicios al hacer más hincapié en el color de la piel. Inconscientemente el segundo relato azuza los prejuicios raciales que pueda tener el lector. Algunos hasta pensarían: "Negro tenía que ser..."

Por eso, hay que ser cuidadoso al elegir las palabras para intentar buscar la verdad del relato y no sesgar la información que no nos interesa contar. Seguramente Martin Luther King se hubiese aproximado más al primer relato mientras que Hitler hubiese comulgado más con el segundo.

Hay varias formas de contar la verdad, dependiendo de dónde se ponga el acento. Para comprobar esta teoría sólo tienes que leerte un par de periódicos de ideologías distintas.

Ahora sólo me queda preguntarte ¿cómo lo hubieses contado tú?

No hay comentarios:

Publicar un comentario