miércoles, 22 de diciembre de 2010

¿EL DÍA DE LA ILUSIÓN?

      La gente solemos estar tristes en este día 22 de diciembre porque normalmente ni tan siquiera hemos recuperado lo invertido en esa gran máquina de ilusión llamada Lotería de Navidad.

     Yo tenía prácticamente seguro que no me iba a tocar y así la desilusión se hace más llevadera. Pero apliquemos la ciencia. En el bombo de los números hay 84999 bolas que es más o menos la población de Talavera de la Reina. El gordo sólo le toca a UNO. Si en Talavera diesen el premio a un habitante ¿de verdad veríais sencillo ser el afortunado?
Pero sigamos los billetes que van a resultar premiados con cantidades sustanciosas son 3062. Nos queda la pedrea que va a premiar a otros 1774 números con lo cual tenemos que todavía más de 80000 números no se van a llevar siquiera  el famoso “duro a la peseta”. El último consuelo que nos queda es el reintegro del gordo que premia a otros 8499 números. Resumiendo de los 84999 números que hay en el bombo van a recibir algún premio 13335 y se van a quedar sin nada, a dos velas, sin rascar ni el reintegro 71665. Es decir más del 84% de los boletos no se llevan NADA.

     Por eso yo soy más de pensar que no toca.

     Otro craso error de la lotería es que cuando te toca el reintegro o la pedrea utilizas ese dinero para reinvertirlo en el sorteo del Niño. Sabiendo que la lotería de la Navidad es la que más premios reparte y aún así casi el 85% de los billetes no tienen premio, es tentar mucho a la suerte pensar que vamos siquiera a repetir la suerte con el próximo sorteo.

     Me hace mucha gracia que en este día comentamos que siempre toca en el mismo sitio, que otra vez en Madrid… Si entre Madrid y Cataluña se vende un tercio de la lotería del país, es normal que toque más veces allí. Así que el mito tiene los pilares un poco endebles. Por eso sirve de poco comprar la lotería en Madrid porque allí toca más. De hecho tienes las mismas opciones que si la compras en la Administración de tu pueblo.

     Pero lo que más me llama la atención es el mimetismo que adoptamos a la hora de la compra de la lotería. Cuando alguien te ofrece lotería del trabajo, el bar de la esquina, etc. Tú puedes estar reacio a comprar, pero si alguien al lado tuyo compra, ya no hay salida. Normalmente compramos lotería no vaya a ser que toque. Y me puse a pensar por qué. No nos molesta que ese número no toque, de hecho casi ya le habíamos dicho que no al vendedor. Lo que nos fastidia es que nuestro amigo se haga rico y nosotros no. Todos somos felices si corremos la misma suerte que alguien. No nos importa ser ricos o pobres mientras que el compañero esté igual que nosotros.

     Dicho esto, siempre nos quedará la salud y por muy distinto que pensemos ahora, el año que viene volveremos a comprar lotería. Por cierto, si lleváis del trabajo, no olvidéis ofrecerme.

     Felices fiestas.

jueves, 9 de diciembre de 2010

¿CÓMO CONTAMOS LAS COSAS?

Os quería contar dos historias muy raras que me han ocurrido viniendo en avión.

a) Cuando estaba subiendo al avión me he dado cuenta de que un joven alto con unas kilométricas piernas estaba sentado en mi asiento. Le he dicho que era mi sitio y él me ha mirado con cara de no entenderme. Ahí deducí que no hablaba mi idioma. Al enseñarle mi tarjeta de embarque, se ha dado cuenta del error y se ha cambiado de sitio. Seguramente se había sentado en el mío porque le permitía estar con las piernas más estiradas y poder estar más cómodo. Luego la azafata le ha acompañado a otro lugar más adecuado a la longitud de sus extremidades.

b) Al volver, me ha ocurrido un caso muy similar. Al llegar a mi asiento había un negro sentado en mi lugar. Al ver que me detenía delante de él, me ha mirado con gran indiferencia y yo le he dicho que estaba en mi sitio. El tío no me ha hecho ni caso. Me ha mirado con cara de "¿Pero qué me estás contando?" y ha vuelto la cabeza para otro lado sin inmutarse siquiera. He tenido que sacar los billetes para mostrarle que no estaba en el sitio correcto y el negro mirándome de reojo y haciéndose el remolón, se ha cambiado de asiento con gran dificultad.

Estaréis de acuerdo conmigo en que el usurpador de asientos del caso A era un chaval educado y que el del caso B era un gilipollas. Ahora viene la sorpresa. No ha habido caso A y B. Los dos casos son el mismo y los datos que recojo en ambos relatos son exactamente ciertos y fieles a la realidad. La diferencia está en cómo he contado la historia. La primera sería una forma más edulcorada mientras que la segunda ya empieza creándonos prejuicios al hacer más hincapié en el color de la piel. Inconscientemente el segundo relato azuza los prejuicios raciales que pueda tener el lector. Algunos hasta pensarían: "Negro tenía que ser..."

Por eso, hay que ser cuidadoso al elegir las palabras para intentar buscar la verdad del relato y no sesgar la información que no nos interesa contar. Seguramente Martin Luther King se hubiese aproximado más al primer relato mientras que Hitler hubiese comulgado más con el segundo.

Hay varias formas de contar la verdad, dependiendo de dónde se ponga el acento. Para comprobar esta teoría sólo tienes que leerte un par de periódicos de ideologías distintas.

Ahora sólo me queda preguntarte ¿cómo lo hubieses contado tú?