viernes, 24 de septiembre de 2010

SONETO

Retomamos la actividad sonetera y el primero del año se lo dedicamos al presidente venezolano Hugo Chávez que ha decidido dar frigoríficos a mitad de precio para intentar ganar las elecciones del domingo.

Hugo Chávez pensador prolífico
Tiene que hacer frente a unas elecciones
Y para ganar en las votaciones
Pues va regalando frigoríficos.

A él le ha parecido oportuno
Para conseguir ganarse a la gente.
Ahora en lugar de un presidente
Se parece más al Tien 21.

Zapatero esta idea ha de copiar
Y a ser posible que lo haga pronto
Y nos regale una tele y un Ipad.

Ya verás tú que bien que me lo monto
Cuando vaya mañana al Media Mark
Y les diga ¿ahora quién es el tonto?

Un saludo a todos los que asistieron a las bodas de Plata de Andoni y Fidela a las que tuve el honor de ser contratado para actuar. Me lo pasé genial. Y otro recuerdo para la gente del Jazzville y del Savoy Club. 


martes, 14 de septiembre de 2010

Los peligros de las etiquetas.

Hola, hola. 

El ser humano tiende a simplificar las cosas. Es más sencillo ordenar las cosas simples que las complejas. Nuestro cerebro actúa igual. Conocemos a miles de personas en nuestra vida y para recordar con quién tratar y con quién no, les ponemos etiquetas básicas. La rubia que está buena, el empollón de la clase, el vecino tonto…



Éste puede ser un sistema que ayude a tu cerebro a tenerlo todo más controlado pero a veces creo que nos hace cometer muchísimas injusticias con la gente que tenemos alrededor. Normalmente estas etiquetas las ponemos por “una” situación puntual en la que nos hemos cruzado con dicho individuo y por tanto otorgamos una etiqueta definitiva a alguien que desde luego, no podemos asegurar si la merece.

Primero hay que hablar del contexto en el que juzgamos. Ninguno de nosotros estamos todo el día igual de simpáticos ni de receptivos ante los estímulos externos. Si estamos enfadados porque se ha dado mal el trabajo, he fallado en un examen o he discutido con mi pareja eso puede condicionar el juicio que vamos a hacer inconscientemente sobre las personas que vamos a conocer. Primer ingrediente para elaborar la injusticia.

Tampoco conocemos las circunstancias que hacen que la otra persona actúe de una u otra forma. Nadie nos asegura que el panadero tan majo que siempre ayuda a los ancianos a cruzar la calle en realidad no quiera robarles. O que el motivo para que el tendero del súper esté siempre de mal humor sea la falta de sueño porque todas las noches se queda cuidando a su madre con Alzheimer. Segundo ingrediente.

Creo que debemos tener mucho cuidado con las etiquetas. Todos, queramos o no, tenemos muchas caras. Positivas y negativas. Eso es lo que nos hace personas interesantes. A nadie le gustan los personajes planos. En la vida real no existen los personajes de las series malas. El listo, el tonto, el bueno, el malo… así que tengamos cuidado e intentemos conocer bien a alguien antes de colgarle un sambenito que pueda hacerle daño. No se lo pongamos tan fácil a nuestro cerebro y pongámonos a pensar que quizá la persona que nos pareció tan desagradable puede que viniese ¿por qué no? de firmar su finiquito en el trabajo.

Si nos ponemos a pensar la cantidad de gente que nos cae bien o mal por "un" solo gesto, nos asombraríamos. Describimos a las personas con una facilidad pasmosa, con el convecimiento de que realmente sabemos de quién estamos hablando. Y en multitud de ocasiones lanzamos afirmaciones que suponen flagrantes injusticias. 



He seguido la argumentación de esta reflexión intentando explicar los riesgos de la simplificación en las relaciones interpersonales y siempre dirigiéndome a todos como etiquetadores que somos, pero lo divertido es pensar que a la vez que nosotros ponemos etiquetas a los demás, también los demás nos las ponen a nosotros. Somos unos sempiternos etiquetadores etiquetados.

La conclusión es la misma que cuando vas a Zara, no hagas mucho caso a las etiquetas porque normalmente no te lo cuentan todo.

jueves, 2 de septiembre de 2010

MENTIRAS

Hola hola.

Desde pequeños nos han instruido en que hay que decir siempre la verdad. Yo, desde este humilde rincón quiero reivindicar la indiscutible utilidad de la mentira. Una señora siempre denostada y que a todos nos ha sacado de más de un aprieto.




Yo defiendo la importancia de las mentiras. Entre otras cosas porque creo firmemente en la inviabilidad de un mundo donde sólo existiese la verdad. Cuántos trabajos perdidos, cuántos gobiernos arruinados, cuántos matrimonios destruídos si la verdad fuese siempre la respuesta.


No tendríamos intimidad. No habría secretos que guardar. No habría espacio para uno mismo. Todo sería público y por tanto de todos conocido. Seríamos tan transparentes como poco interesantes. Viviríamos en mundo utópicamente plano. Desquiciantemente soporífero. A todos nos gusta más el guiño de lo misterioso. Un seductor que no mintiese al decir que quiere solamente invitarte a una copa, perdería al momento su encanto. El racionamiento de la verdad es otra bonita forma de mentir.

Ahora habrá gente que se echará las manos a la cabeza pensando que soy una pérfida y malévola mente -puede que no les falte razón- pero a todos ellos les diría: ¿Cuántas veces has dicho "no lo sé" cuando en realidad sí sabías? ¿Cuántas veces has ocultado parte de la verdad para evitar males mayores? ¿Cuántas veces has mentido para ayudar a un amigo?

Todos mentimos porque es imprescindible para la supervivencia. Parafraseando a mi admirado House: "He aquí un axioma de la condición humana: Todo el mundo miente, la única variable es sobre qué".
Mentir no te convierte en bueno o malo, sino los motivos que te hacen no decir la verdad.
Las mentiras son como la energía nuclear. No son malas por naturaleza. Es la responsabilidad de cada uno, si las has usado para bombardear Hiroshima.





Dentro de los mentirosos habituales, existe uno que me produce cierta lástima. Aquél que se miente a sí mismo para intentar mantener un statu quo porque teme las consecuencias que pueden conllevar los cambios. Creo que nos debemos a nosotros mismos, por lo menos decirnos la verdad.

Pero no os toméis esto muy en serio. Al fin y al cabo en Internet se escriben muchas mentiras...