jueves, 2 de septiembre de 2010

MENTIRAS

Hola hola.

Desde pequeños nos han instruido en que hay que decir siempre la verdad. Yo, desde este humilde rincón quiero reivindicar la indiscutible utilidad de la mentira. Una señora siempre denostada y que a todos nos ha sacado de más de un aprieto.




Yo defiendo la importancia de las mentiras. Entre otras cosas porque creo firmemente en la inviabilidad de un mundo donde sólo existiese la verdad. Cuántos trabajos perdidos, cuántos gobiernos arruinados, cuántos matrimonios destruídos si la verdad fuese siempre la respuesta.


No tendríamos intimidad. No habría secretos que guardar. No habría espacio para uno mismo. Todo sería público y por tanto de todos conocido. Seríamos tan transparentes como poco interesantes. Viviríamos en mundo utópicamente plano. Desquiciantemente soporífero. A todos nos gusta más el guiño de lo misterioso. Un seductor que no mintiese al decir que quiere solamente invitarte a una copa, perdería al momento su encanto. El racionamiento de la verdad es otra bonita forma de mentir.

Ahora habrá gente que se echará las manos a la cabeza pensando que soy una pérfida y malévola mente -puede que no les falte razón- pero a todos ellos les diría: ¿Cuántas veces has dicho "no lo sé" cuando en realidad sí sabías? ¿Cuántas veces has ocultado parte de la verdad para evitar males mayores? ¿Cuántas veces has mentido para ayudar a un amigo?

Todos mentimos porque es imprescindible para la supervivencia. Parafraseando a mi admirado House: "He aquí un axioma de la condición humana: Todo el mundo miente, la única variable es sobre qué".
Mentir no te convierte en bueno o malo, sino los motivos que te hacen no decir la verdad.
Las mentiras son como la energía nuclear. No son malas por naturaleza. Es la responsabilidad de cada uno, si las has usado para bombardear Hiroshima.





Dentro de los mentirosos habituales, existe uno que me produce cierta lástima. Aquél que se miente a sí mismo para intentar mantener un statu quo porque teme las consecuencias que pueden conllevar los cambios. Creo que nos debemos a nosotros mismos, por lo menos decirnos la verdad.

Pero no os toméis esto muy en serio. Al fin y al cabo en Internet se escriben muchas mentiras...

4 comentarios:

  1. A mi también me ha gustado mucho esta publicación en especial la referencia que haces para que por lo menos nos digamos la verdad a nosotros mismos. Todo el mundo miente, unas veces para mal y otras para bien, pero en fin, esto ha sido así durante toda la vida. Sólo te ha faltado hacer una referencia a esos personajes que tienen un gran sueldo público y que nunca mienten jej. Saludos i fins un altra (y hasta otra)!

    ResponderEliminar
  2. O el mentiroso inconsciente de que lo es, por cierto muy de moda ahora, cuando afirma tener 200 amigos... en Facebook.

    ResponderEliminar
  3. ¿A quién le gusta que le mientan?
    Siento decir que a mí no me gusta que me mientan, que las mentiras nos sean útiles porque en un momento dado nos saquen de un aprieto, no significa que sean buenas. No confundamos decir la verdad, ser sincero con ser maleducado. Estamos en la época del “yo soy así y te digo lo que pienso y te lo digo a la cara”, el problema es que deberíamos primero pensar lo que decimos y preguntarnos si nos han pedido opinión, porque ¿qué nos hace pensar que todo el mundo quiere saber nuestra opinión? Que tu opinión sea diferente a la mía, no significa que sea la correcta, que a ti no te guste lo que llevo puesto no significa que sea feo, el “te digo lo que pienso” no significa que quiera oírlo. ¿Por qué la gente se empeña en opinar cuando nadie le pregunta? Eso no es decir la verdad, al igual que ahorrarte un comentario no significa que estés mintiendo.

    Es cierto que en ocasiones una mentira tiene mejor fin que una gran verdad, hace menos daño, ¿o no? Si la pregunta es ¿quién no ha mentido alguna vez? La respuesta es clara, pero si la pregunta fuera ¿a quién no le han mentido alguna vez? La respuesta cambia de tono, porque no siempre nos ha gustado que nos hayan mentido, no nos equivoquemos. Cuidado con el elogio a la mentira porque el que nos sea útil a veces, no significa que sea buena.

    Las mentiras sí son malas y perniciosas por naturaleza aunque a veces las utilicemos para hacer un bien o evitar un mal, la finalidad de la mentira no es la respuesta, pues el fin no justifica los medios como decía Aristóteles. El que yo decida en un momento dado hacer algo incorrecto porque obtendré algo que se considera bueno, no justifica que mi acción sea buena, “sé que está mal hecho pero elijo hacerlo”.

    En conclusión, bajo mi humilde opinión, el que alguna vez mintamos no significa que por eso mismo sea bueno ni justo. Si todo el mundo mintiera siempre, nada sería real, todo perdería su valor, decir “te quiero” no significaría nada, es como la paradoja de Epiménides:
    (Epiménides que es cretense dijo “todos los cretenses siempre mienten” ¿Decía Epiménides la verdad?)
    Si todos mintiéramos siempre, viviríamos en un mundo irreal, en una pura nada, por eso a mí no me gusta que me mientan.
    Cristina García.

    ResponderEliminar